lunes, 13 de septiembre de 2010

NENITA

Me tironea el ácido. Mi espiritu festivo sufre porque la máquina melancolica se puso en marcha. Todo al mismo tiempo. El motivo es que la que me calienta quiere garchar con otro.

Es nuestro dia de descanso y es la ultima noche del año. Estamos filmando una película en un pequeño pueblo del medio de La Pampa. Festejamos con una comida en el club de la zona y después de cenar varios de nosotros nos tomamos unos guasones fresquitos. Bailamos muy transpirados con una banda que se llama Sueño Eterno. Todo el pueblo está en la fiesta. Después nos vamos a tomar el aire que nos falta.

Tomamos un auto y nos vamos a la ruta. Nos detenemos a un costado y guerreamos a los pájaros, asustamos a los automovilistas, despertamos a los muertos en el cementerio.

Cuando volvemos al pueblo ya es casi de día. Hay algunos como nosotros que estan despiertos por la misma pepa y andan jugando a las escondidas con los autos. Llegamos al club y nos estacionamos debajo del cohete que construyeron cuando el hombre llegó a la luna., monumento nacional de Colonia Barón.

No veo a Nenita por ningun lado. No está con nosotros, no está con ellos. Donde estas Nenita? La busco con mis ojos por el descampado, la rastreo con el olfato de un sapo. No está. No te fuiste con el actor, no? No habrás sido tan boluda para irte con el?

La mañana empieza a mostrarse con una luz metalica. Nos quedamos un rato quietos. Los camiones del trabajo duermen. Es desesperante sentirse abandonado el primer día del año con una pepa grandota traqueteándote la sien. Siento las rueditas que no paran y van mas ràpido que yo. La angustia se hace insoportable porque mis sentimientos hacia Nenita son muy lentos y se quedan ahi. Deseo su cuerpito, sus piernas. Mis amigos no se dan cuenta de nada, pero mi cara lo dice todo. -Ese actor de tv se fue con Nenita- dice mi cara. Aun asi nos reímos mientras tomamos las últimas cervezas calientes. Que hacemos? me pregunto. Nenita . Todo tu cuerpo es pequeño y armónico. Y sos bella . Cuanto hace que cogiste por primera vez? Fue en este pueblo de mierda? Porque te moves como si ya supieras mucho. Ay Nenita, donde estás?. Nunca estuve tan lejos de alguien tan hermoso.

Me enredo pensando en ella y tarda en irse mientras el triki trake se desarrolla alegremente sin afectar mi dolor. Mientras sufro me escucho hablar. Puedo apreciar las virtudes de la luz del amanecer, el sonido de cada puto pájaro, la voz de Robert Plant, good times, bad times. Veo correr el reloj delante de mis ojos. Tengo mirada tres sesenta , veo el velocímetro del tiempo.

Voy a cumplir treinta años Nenita. No me podes tener asi. Tengo novia, responsabilidades.

Deberia haber sido actor.

Pero sigo con esta sonrisa dibujada en la cara. No se que mierda esperamos acá. Tal vez todos estamos esperando a Nenita. Y si, me detengo a escudriñar las caras de mis amigos y veo la aceleración del miedo y el ralenti paradojal de la angustia mas profunda.

Los invito a ir a la pileta. Nos sacamos la ropa y nos tiramos al agua. Desde el trampolín nos tiramos de todas las maneras, cada vez mas ornamentales hasta que estamos bien húmedos por afuera tambien.

Por fin el vértigo comienza a amortiguarse. En ese momento, a lo lejos vemos venir a Nenita de la mano del actor. Somos ocho tipos en calzones debajo del cohete municipal y ellos vienen despacio caminando hacia nosotros. Sonrien y es muy temprano todavía. Ya están acá. La miro a Nenita.

Es tan hermosa como creo. No dice nada, solo sonríe. El actor de tv es joven tambien. Hacen una buena pareja.

El primer día del año se termina. Voy a tratar de dormirme lastimado con un cicilista loco dentro de mi cabeza. Mientras, pienso que está bueno no detenerse en nada importante por un día. Y ahora si me dejo llevar. Tal vez sueñe con Nenita y cuando me despierte ya volveré a ser quien era.

sábado, 1 de mayo de 2010

EL COLEGIO

Frente al Colegio Nacional Buenos Aires hay un bar. En ese bar, Pablo toma vino. Mira por la ventana a los alumnos que entran al Colegio Son las ocho de la mañana.

Sobre la silla tiene un bolso repleto de libros. Borges, Quevedo, Freud, Félix Luna, Platón, y una edición de 1890 de Coplas por la muerte de su padre, que le robó a un amigo librero.

Pide un whisky. Su hermana le prestó cien pesos y se los va a gastar durante la mañana. Lo toma. Sobre la mesa, paquetes de cigarrillos de distinta marca: Kent, Pall Mall suaves, Kool mentolados.

A las nueve pide otro whisky, el tercero. Tiene un plan. Quiere hacerse algún amigo o amiga del Colegio.

Los dientes los tiene marrones por la nicotina, por el alcohol, y piensa Pablo, que también por los calmantes, cinco en total, el chaleco químico, le dice el, lo dicen todos en el hospital Alvear. Y por la edad, son cuarenta y dos años que cumple hoy.

Los anteojos, que le aprietan la sien, acentúan sus enormes ojos celestes, siempre bien abiertos, ratificando el insomnio que lo persigue.

El saco marrón no le cierra porque esta muy hinchado por la ginebra, las empanadas y el lemon lyptus.

No es que los admire a los alumnos del Colegio. Los quiere tener cerca y aprender algo de esa escuela.

Otro whisky mientras desenreda los cables del audífono de la radio que lleva a todos lados.

Las diez. Calibra el dial y escucha un programa de la comunidad rumana que se sintoniza por San Telmo.

Cada tanto se saca los auriculares de los oídos y dice “demasiada información”.

Mas whisky.

Lee, en voz alta, Carmen en francés. El mozo le pide que baje la voz y el obedece. Pide crema batida con mucha azúcar. Le traen una taza y pide otra , la toma y pide una más.

Después de limpiarse la boca, vuelve al vino.

Pablo conoce bien la ciudad. Al sur de Avenida de Mayo no molesta a nadie un borracho pacifico. Menos si es lector y petiso con anteojos como es el. Y psiquiatra, aunque no lo dejen ejercer.

A las once sale a la puerta del bar a tomar aire, con una copa en la mano. Con el saco puesto, en la vereda, parece un burócrata agobiado. El mozo lo relojea tranquilo desde adentro, como si lo tuviera atado por una cuerda invisible.

Vuelve a entrar.

Prende otro cigarrillo. Se va poniendo nervioso y tiene un acceso de tos que no para hasta que el mozo se acerca y le apoya una mano en la espalda y lo va calmando. Le da un vaso de agua y Pablo le agradece con los ojos y con su voz cortés aún agitada mientras saca del bolsillo del saco una lemon lyptus que se lleva a la boca.

Empiezan a salir los alumnos del Colegio. Pablo paga, junta sus cosas y sale. Cruza la calle. Busca entre los alumnos a su futura amiga y ve a una, que está junto a dos chicos mas. Se acerca. Se detiene a un metro, busca un cigarrillo. Se le acabaron. Los estudiantes perciben su presencia y se callan. Los varones dan un paso al frente. Pablo los mira desde sus grandes ojos. La ve a ella, hermosa en sus dieciséis años y le ofrece el incunable de Manrique, Coplas por la muerte de su padre.

-Este libro puede arreglar tu vida, como arregló la mía. Te lo regalo si me das un beso- le dice

Ella mira el libro.

-Un beso no, te puedo dar un cigarrillo-le dice.

La mano de ella queda extendida en el aire con el cigarrillo.

-Está bien, tambien necesito un cigarrillo.- dice Pablo.

Ella le dice chau y comienza a alejarse con sus amigos.

Pablo camina despacio para tomar el subte A. No sabe como hará para despertarse en Loria, unas pocas estaciones mas adelante. Mientras tanto prende el cigarrillo y piensa que para ganarse una amiga hay que hacer algunas concesiones

sábado, 16 de enero de 2010

NADIE MERECE PENSAR EN ALGO SUCIO

Entro al hospital. Golpeo la puerta de la habitación con firmeza. La veo abrirse como un telón. Ahí está Tere, acostada, con el cuerpo rígido. Me ve moviendo solo los ojos, que parecen girar empujados por todos los músculos inhabilitados de su cuerpo. Grita de alegría y casi llora tambien.
Me siento a un costado de la cama. Ella habla y está pelada. La quiero , pero no la puedo mirar con amor, ni la escucho. Habla de proyectos gloriosos para cuando se cure. Sueños. La cabeza desatada, lo único que puede mover, aparte de sus manos.
Viajes. Promesas de sexo apenas se levante.
-Te voy a coger- dice
alentada porque le doy un suave beso en los labios
-Te voy a coger-
Su madre, a un costado, lee una revista. No me mira, pero está escuchando todo.
Tere sigue. Vienen los enfermeros y los llena de palabras locas.
Miro el cuarto. Es espacioso y hasta agradable. Me digo: este hospital de alemanes...y termino pensando en los que tienen plata y poder y los que no, pero en realidad no quiero pensar en nada.
Olor de hospital.
Por la ventana veo los departamentos de enfrente. Todavía hace calor en Marzo. Hay dos niños trepados a un triciclo dentro de un balcón alambrado. Las manos de Tere entre las mías.
Decido ir al baño. Salgo al pasillo. Una enfermera me indica donde. Le pregunto si ella atiende a Tere. Hablamos un rato. Le tomo las manos. Estoy fuera de mi –Necesito besarte- le digo casi cuando lo hago. Entramos juntos al baño, que es como el de una casa.
En una bañera, donde sacamos las chatas sucias de los enfermos, apenas bajándome los pantalones y subiéndole el guardapolvos a ella, cogemos en silencio. Nos besamos con fruición. Me agarra la pija un buen tiempo y me mira.

Vuelvo a la habitación.
La madre de Tere me pide que la deje un poco tranquila. Obedezco sin saber porque pues yo no le hablaba.
Por fin, me canso de todo. De la madre, del lugar, y decido irme. Me voy despidiendo, descreído, y luego de reiterarnos con Tere mil promesas de borrachos, me inclino para besarla tibiamente.
Con las manos, Tere, me agarra del pelo y me dice:-A mi no me vas a besar asi nomás- y me aprieta con fuerza contra su boca. Un beso largo y jugoso. Salgo tambaleando.
Al salir, la madre me dice
–No le hagas caso, no está bien, no sabe lo que hace-.
Y cierra la puerta.
Me voy repitiendo esa frase mientras camino por los pasillos oscuros del Hospital.