sábado, 16 de enero de 2010

NADIE MERECE PENSAR EN ALGO SUCIO

Entro al hospital. Golpeo la puerta de la habitación con firmeza. La veo abrirse como un telón. Ahí está Tere, acostada, con el cuerpo rígido. Me ve moviendo solo los ojos, que parecen girar empujados por todos los músculos inhabilitados de su cuerpo. Grita de alegría y casi llora tambien.
Me siento a un costado de la cama. Ella habla y está pelada. La quiero , pero no la puedo mirar con amor, ni la escucho. Habla de proyectos gloriosos para cuando se cure. Sueños. La cabeza desatada, lo único que puede mover, aparte de sus manos.
Viajes. Promesas de sexo apenas se levante.
-Te voy a coger- dice
alentada porque le doy un suave beso en los labios
-Te voy a coger-
Su madre, a un costado, lee una revista. No me mira, pero está escuchando todo.
Tere sigue. Vienen los enfermeros y los llena de palabras locas.
Miro el cuarto. Es espacioso y hasta agradable. Me digo: este hospital de alemanes...y termino pensando en los que tienen plata y poder y los que no, pero en realidad no quiero pensar en nada.
Olor de hospital.
Por la ventana veo los departamentos de enfrente. Todavía hace calor en Marzo. Hay dos niños trepados a un triciclo dentro de un balcón alambrado. Las manos de Tere entre las mías.
Decido ir al baño. Salgo al pasillo. Una enfermera me indica donde. Le pregunto si ella atiende a Tere. Hablamos un rato. Le tomo las manos. Estoy fuera de mi –Necesito besarte- le digo casi cuando lo hago. Entramos juntos al baño, que es como el de una casa.
En una bañera, donde sacamos las chatas sucias de los enfermos, apenas bajándome los pantalones y subiéndole el guardapolvos a ella, cogemos en silencio. Nos besamos con fruición. Me agarra la pija un buen tiempo y me mira.

Vuelvo a la habitación.
La madre de Tere me pide que la deje un poco tranquila. Obedezco sin saber porque pues yo no le hablaba.
Por fin, me canso de todo. De la madre, del lugar, y decido irme. Me voy despidiendo, descreído, y luego de reiterarnos con Tere mil promesas de borrachos, me inclino para besarla tibiamente.
Con las manos, Tere, me agarra del pelo y me dice:-A mi no me vas a besar asi nomás- y me aprieta con fuerza contra su boca. Un beso largo y jugoso. Salgo tambaleando.
Al salir, la madre me dice
–No le hagas caso, no está bien, no sabe lo que hace-.
Y cierra la puerta.
Me voy repitiendo esa frase mientras camino por los pasillos oscuros del Hospital.

1 comentario:

  1. Cuento perfecto, este. Tiene una urgencia conmovedora.
    Abrazo, Mercedes

    ResponderEliminar