Leo en un café. Una moneda , por favor, me dice alguien. Levanto la vista y veo una chica de unos doce años. No tengo, murmuro, mientras la moza le dice que acá no se puede pedir y la empuja suavemente hacia afuera.
Sigo con lo mio. De repente la nena grita me pegó, me pegó y llora. Suspendo otra vez mi lectura y veo a uno de los empleados que se ríe y cierra la puerta. La chica la abre, asoma la cabeza y vuelve a llorar y a gritar. Lo señala. Me pegó, el me pegó. El empleado la mira y amaga con volver a la puerta al mismo tiempo que dice te voy a pegar en serio. La chica, del otro lado del vidrio, se queda mirándolo y haciendole burla. El empleado hace café. La chica baila y grita. Me pegó, me pegó. Queda mirando hacia adentro unos segundos mas y luego se va con otros chicos.
Llueve. El cartel del Teatro Lola Membrives se prende y apaga en el reflejo de la calle Corrientes. Francella sonríe en “La cena de los Tontos”. Pago y me voy. Me cierro bien la campera porque hace frío. Al doblar por Talcahuano me cruzo con unos rusos que van gesticulando y hablando, muy animados.
Veo que siguen conspirando.
martes, 23 de junio de 2009
miércoles, 3 de junio de 2009
ME LO DIJO KEROUAC
En esa ciudad repleta de hierros negros, de edificios en construcción, de viejas grúas gigantes, bajo la sombra de los puentes, me encontré a Kerouac, leyendo en voz alta en una librería llena de libros atiborados y gente tranquila. Muchos fumaban en el interior. Me metí tímidamente entre el público. Jack levantó la vista y me vio. Le hice una seña para que se hiciera a un lado y pudiéramos conversar. Pidió disculpas a la gente y salimos a la calle a caminar.
Me dijo que nunca habia tenido preocupación por el dinero, ni por el futuro. Solo las mujeres lo preocuparon, pero ahora que estaba muerto, ya no lo preocupaban mas.
Me dijo que nunca habia tenido preocupación por el dinero, ni por el futuro. Solo las mujeres lo preocuparon, pero ahora que estaba muerto, ya no lo preocupaban mas.
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