martes, 23 de junio de 2009

HAVANNA

Leo en un café. Una moneda , por favor, me dice alguien. Levanto la vista y veo una chica de unos doce años. No tengo, murmuro, mientras la moza le dice que acá no se puede pedir y la empuja suavemente hacia afuera.
Sigo con lo mio. De repente la nena grita me pegó, me pegó y llora. Suspendo otra vez mi lectura y veo a uno de los empleados que se ríe y cierra la puerta. La chica la abre, asoma la cabeza y vuelve a llorar y a gritar. Lo señala. Me pegó, el me pegó. El empleado la mira y amaga con volver a la puerta al mismo tiempo que dice te voy a pegar en serio. La chica, del otro lado del vidrio, se queda mirándolo y haciendole burla. El empleado hace café. La chica baila y grita. Me pegó, me pegó. Queda mirando hacia adentro unos segundos mas y luego se va con otros chicos.
Llueve. El cartel del Teatro Lola Membrives se prende y apaga en el reflejo de la calle Corrientes. Francella sonríe en “La cena de los Tontos”. Pago y me voy. Me cierro bien la campera porque hace frío. Al doblar por Talcahuano me cruzo con unos rusos que van gesticulando y hablando, muy animados.
Veo que siguen conspirando.

miércoles, 3 de junio de 2009

ME LO DIJO KEROUAC

En esa ciudad repleta de hierros negros, de edificios en construcción, de viejas grúas gigantes, bajo la sombra de los puentes, me encontré a Kerouac, leyendo en voz alta en una librería llena de libros atiborados y gente tranquila. Muchos fumaban en el interior. Me metí tímidamente entre el público. Jack levantó la vista y me vio. Le hice una seña para que se hiciera a un lado y pudiéramos conversar. Pidió disculpas a la gente y salimos a la calle a caminar.

Me dijo que nunca habia tenido preocupación por el dinero, ni por el futuro. Solo las mujeres lo preocuparon, pero ahora que estaba muerto, ya no lo preocupaban mas.