No me puedo olvidar de esos
gatitos que lloraban debajo de tu cama
cuando nos vimos por ultima vez.
Tampoco de vos.
Por eso no me atrevo a contar esa ultima noche. Estuvo llena de
enigmas, como todos nuestros breves meses juntos. Tambien mi propia historia me impide contar todo.
Pero, se que esa noche fuiste la ultima mujer que me vio joven.
Ahí va.
Es jueves. Las dos de la mañana. Ya cenamos en un restaurante y te
arrastro hasta este bar en el Bajo. Es un lugar con solo cuatro mesas, donde
paran putas y solitarios de corbata.. Lo conozco muy bien. Nuestra mesa da a la
calle. Nos sentamos uno al lado del otro. Te tomo las manos, me hablas al oido. Alguien
canta en el fondo. Vemos los colectivos
y la gente que pasa por la vereda. Tu boca es mas dulce con el vino y tus
palabras se arrastran por mi
cuello. Viene una mujer que lee las
manos y nos adivina la suerte. -Este es tu hombre, querelo- te dice.
Estamos borrachos y aunque no me dijiste nada todavía se que me vas
a dejar esta misma noche. Otro hombre esta esperándote en algún lugar.
Presiento el final , esa angustia conocida, pero el olor de tu piel, de tu
boca, tus lagrimas parecen contradecir mis sensaciones.
Hay algunas prostitutas amigas y otros borrachos que se solidarizan
en silencio con la situación. Les parece
un momento muy romantico. No imaginan lo
que será mañana. Pero hoy ven y celebran a dos personas, un hombre y una mujer
en su climax amoroso. Estan muy juntos.
Tenemos el espiritu quebrado ya, pero nuestros cuerpos se resisten ,
nos piden algo. Yo me callo. Estoy
borracho pero veo todo.
Me doleran los huesos por
mañana.
Se hacen las 4. Te tenes que ir. Te llevo hasta tu casa. Subimos al
segundo piso. Tu amiga nos abre la puerta.
Vos casi te caes .
-Te llamó- te dice tu amiga, -te llamó muchas veces-.
Quien te llamo pienso pero me callo. Te llevo hasta tu cama.
-Te tenes que ir- me ordena tu amiga. Quien es para hablarme asi.
Pero ella insiste con el rigor de los celadores. Por un instante le temo. Es la
ley que llega. Nos miramos por ultima vez a los ojos. El telefono suena. Me acaricias la mejilla y empezas una frase dulce
de despedida que queda inconclusa porque
tu amiga me echa. Te dejo ahí, llorando con tus gatitos. No nos veremos mas.
Salgo a Las Heras. La calle es ancha. Hay mucho aire. Camino tambaleando, con la frase que dijiste
triste, borracha, desde un futuro muy lejano.
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