Cumple siete años la hija de un amiga. Alli vamos con mi familia.
Globos, gasesosas, animadoras muy jóvenes, les hacen diferentes juegos a los
chicos, mientras los adultos conversamos. En un momento los hacen sentar en
ronda y los grandes nos acercamos. Las animadoras preparan un número. Una de
ellas comienza a hacer contorsionismo. Instintivamente, mi cuerpo se retrae y
me lleva hacia atrás, alejandome de la gente, y sin quererlo, sin pensarlo, los
ojos se me llenan de lágrimas. No de emoción, lágrimas de tristeza.
1978. Todo el mundo vigila. Esta terminando el invierno. Pero todavía hace frio. La luz es clara pero dura. Encerrado en
mis diecinueve años voy detrás de una chica por la avenida Corrientes. En el semáforo la alcanzo y le pregunto
como se llama. Me llamo Deborah Soledad, soy acróbata y contorsionista, me
dice. Cruzamos la 9 de julio.
Quedamos en vernos al dia siguiente. En el bar me dice que trabaja en un circo. Los dos miramos para todos lados. Estamos armando un secreto, me dice. Como todos.
–Veamonos solo de dia , Juan, de noche tengo miedo y me quedo
en el circo.
Vamos a un telo de la calle San Jose. Tiene el cuerpo perfecto, liviano, fuerte, agil. Su piel es muy clara, pelo negro, muy
negro. Nos mordemos.
No nos podemos enamorar
, Juan.
Ya se, le digo.
A los dos días vamos otra vez al mismo telo. Le pido que contorsione para mi, la
quiero lamer en todas las posiciones posibles. Ella acaba muchas veces y yo
también.
Estoy obsesionado con su cuerpo. Puede escapar de cualquier lugar, salir de todos los
encierros. Hace grande la cama y
la habitación.
Cuando salimos a la calle no nos abrazamos ni nos tomamos de la
mano. Caminamos como si apenas nos
conociéramos.
Nos vemos solos los martes y los viernes. Siempre martes y viernes
Ella sabe que nada esta permitido.
Pero adentro del telo, vuela para mi y yo vuelo para ella. Me pide que no grite. Su cuerpo es el gran secreto. Ella esta preparada para todo ,
me doy cuenta. Le pregunto un dia
si tuvo maestras rusas. No me
contesta. Tengo su hermosa cara y su hermosa concha en mi boca. Beso, lamo a las dos al mismo tiempo mientras ella con la mano me hace
la paja. Todo muy despacio.
Este es nuestro secreto, me repite. Cuanto mas lejos vamos adentro
de la habitación roja del telo,
mas miedo tenemos afuera.
Tiene veinte años. No
tiene esposo, ni novio. Pero vive
ocultándose. Vive paranoica por su
edad y por su cuerpo. Igual que yo.
Ella encontró en mi a alguien que la adora, que le encuentra y le da sentido a su
resistencia. Y no le pide nada. Yo la cuido y me pongo en peligro por
ella.
Deborah Soledad.
Estuvimos un año asi.
Tenemos que dejar de vernos, Juan, me dijo un día. Nunca la había visto triste.
Salimos del telo
a la calle como siempre, mirando para todos lados y siendo mirados.
Bajó por el subte y me saludó apenas con la mano. Sabia que no la
vería mas .
Parecía agotada.
Luego de unos meses la fui a buscar al circo. Los carteles no la anunciaban. Vi todo
el numero. Empece a
frecuentar el circo todos los dias hasta que me hice un personaje conocido para
ellos. Esta tarea me llevo
meses. Ganar su confianza, no
preguntar sino que ellos me dijeran que se había hecho de Deborah.
Hasta que un día, una enana me dijo –vos sos Juan- .
Habrá notado mi temor y me dijo que no me preocupara, que Deborah le
había hablado de mi y que allí
estaba protegido.
Donde esta ahora? le pregunte.
Me hizo pasar a su carromato y me mostro un altar con su foto llena
de flores.
-Ahora es nuestra Santa- me dijo - Todos aquí en el circo tenemos
una igual. Todos le rezamos a ella. Es nuestra santa. Santa Deborah Soledad.-
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